lunes, 18 de agosto de 2008

Y la piel mudó...

Ha sido una ausencia larga pero vuelvo a la carga, poco a poco.
El verano llegó regado en sudores. Y con él, llegaron también los voluntarios españoles, en un grupo de 6, con el objetivo de conocer la realidad dominicana y colaborar en varias de las actividades locales, como los campamentos del Programa de Educación No Formal "Calasanz nos une", los cursos de monitores de campamentos (iniciación y profundización), la escuela de profesores, Programa de Salud...

A destacar la buena marcha de los campamentos. Todo ha ido muy bien, 10 campamentos en todos los barrios de presencia escolapia. Colaborando con los monitores locales, los "españoles" han sabido encontrar el punto justo entre colaborar y darles libertad de movimiento, con unos criterios educativos claros y eficaces. Estoy contento, por lo que supone de nuevos aires y empuje para el proyecto, en el que vamos poniendo piezas entre todos.
Importante fue también el buen ambiente de la convivencia en Casa Betania. La casa Betania es la casa de los amigos de Jesús, y a partir de ahora la de todos ustedes y la mía. Allí me mudé con los voluntarios el día que llegaron, así que hemos ido descubriéndola al mismo tiempo, sus ventajas y limitaciones. Por allí también pasó el grupo de Santo Domingo, con el que compartimos unos días de descanso y turismo.


Y como experiencia de realidad desnuda, los días de campamento en el batey Nigua. Un batey viene a ser como el último rincón de la tierra, allá donde los campos de caña se cansan de existir y el sol es un sol de justicia. En un sistema neocolonial, la gente sobrevive cortando caña y dejando que la vida pase por encima. Allí hicimos un campamento de 3 días, en el que todos disfrutamos de la risa de los niños, la sorpresa de la novedad, los mayores rescatando su inocencia, el cine en la oscuridad de la noche... Todos volvimos con un extraño sabor agridulce.

En general, hemos vuelto a comprobar la exquisita acogida de la gente, de los monitores, de los coordinadores, de los laicos de todas partes... Es evidente el afecto que nos tienen y cómo sus casas y sus brazos se abren sin reservas. Y hemos podido compartir charla y comida con la comunidad de religiosos y con Bea, pues en verano tampoco ellos descansan.
Los voluntarios se fueron el mismo día que comenzaban las clases de Bachillerato en San Eduardo. Aumento unas horas de docencia este año, pero además disfruto del regalo de unas asignaturas como Orientación y Ética que me permiten ser educador, además de profe (¿o nunca debió ser distinto?). Estoy contento y con ganas de prepararlo bien.

Mis días de soledad han sido breves, pues 3 días después de la salida de los voluntarios, coincidiendo con el inicio de las clases, he recibido en casa a Mario, Lola y Eva, tres de los laicos fraternos escolapios que llevan el voluntariado y el servicio en vena, y con los que comparto, junto con Bea, una misma forma de entender la opción por los pobres como misión. Ellos tratan de poner cara estos días a todo lo que ya conocen sobre papel. Y yo vuelvo a descubrir con ellos y con su sorpresa, la intensidad de lo cotidiano.