sábado, 31 de octubre de 2009

Distancias y profondos

Los que conocen La Romana son conscientes de uno de los handicaps más importantes que tiene esta obra: la dispersión. Los barrios que componen el área pastoral están físicamente alejados unos de unos, varios de ellos a lo largo de la carretera que une La Romana con San Pedro de Macorís.
Por eso, organizar cualquier actividad de forma conjunta en San Eduardo (centro neurálgico, con locales para reunión) supone para la gente un desplazamiento en transporte público (guagua o carrito), que implica tiempo, algo de inseguridad si es en la noche, y unos pesos para el pasaje que no tienen y que les cuesta conseguir.
Si además pensamos en los jóvenes, que dependen económicamente de sus familias, esto se traduce en un verdadero problema. Cuando ya están poniendo su tiempo, su servicio e implicación, creo que no puedo pedirles este gasto. Pero sí que se arreglen para sacarlo.
Aquí es habitual organizar actividades que llaman "profondo", cuyos beneficios sirven para subvencionar algún gasto o inversión. Desde el año pasado empezamos a organizar alguna actividad para subvencionar el transporte de los monitores.
Este jueves pasado tuvo lugar la proyección de una película profondo en el Centro Cultural. Ante mi ausencia, fueron ellos los que lo organizaron todo, la venta de taquillas, la venta de comida, refrescos... pues es tan importante comer y beber que lo que se proyecta, que entre paseos arriba y abajo y la gente que habla sin parar muchas veces ni te enteras. La actividad se dio bien y recogimos algunos pesos.



Aproveché que había bastantes jóvenes para enseñar parte de lo que hacemos en el proyecto Calasanz nos une. Sé que hay gente que está ya muy enterada, pero por si acaso os dejo aquí el montaje de fotos y música que pusimos, con fotos bastante actualizadas.
Nunca viene mal darse un paseo de 5 minutos por este proyecto.



Aviso: es un archivo de 29Mb, en muy buena calidad, para reproducir en PC. Estoy tratando de subir el vídeo a youtube pero con la velocidad de tortuga de internet y los constantes cortes de luz ando algo desesperado.

martes, 27 de octubre de 2009

D-vuelta

Acabo de llegar a casa, a mi casa dominicana, después de 18 días de vacaciones en mi casa, la valenciana. Oigo ahora la salsa del colmadón de la esquina, y lo que otras veces me incomodaba ahora me resulta divertido y familiar, lo cual confirma lo mucho que necesitamos salir de nuestra rutina para volver a valorar lo que tenemos. En mi caso incluso con más frecuencia, diría yo.

Estos días han vuelto a ser de reencuentros y actualización de imágenes de la ciudad y la vida. Y he vuelto a constatar muchas de las diferencias entre mis dos casas.

Allí hay manifestaciones contra la Pobreza, aquí hay una pobreza manifiesta.
Allí es un problema la desigualdad Norte-Sur, aquí el sur está en Barahona, y no hay más problema.
Allí hay crisis pero la gente vive en los centros comerciales, aquí nunca hay crisis pero la gente vive en su casa, y bastante apretada, o en la calle.
Allí el agua es alegre y libre, aquí es presa de botellones.
Allí la ropa de invierno es negra, blanca y matices de gris, aquí no hay invierno por eso siempre se vive en colores.
Allí los mosquitos sólo en verano y a veces tampoco, aquí siempre y también, en mi casa más, con lo que rascarse es parte de modus vivendi.
Allí todo está sincronizado y medido, aquí las cosas van fluyendo una detrás de otra, en un orden natural (y si algunas quedan fuera, se asume y punto).
Allí arreglan las aceras varias veces, e incluso algunas con adoquines de granito, aquí si las asfaltan estás de suerte (o hay elecciones próximamente). Y los adoquines no durarían ni una noche...
Allí tener una cierta edad y estar soltero no parece un crimen, pero tampoco lo parece tener 16 años y pedir en la farmacia la píldora del día después.
Allí el internet vuela, aquí se estrella, y con más probabilidad si cae algún rayo.
Allí la música es de la radio, aquí la música es de la calle, de la gente, de la sangre.
Allí se come bien.. aquí también.

En fin, son algunas de las cosas que se me ocurren en estas horas de jet lag.
En realidad no es tanto lo que nos separa, pues todos respiramos, sentimos, disfrutamos y sufrimos sobre estos dos pies. Siendo objetivos, unos cuantos mil kilómetros de agua y 5 horas de reloj. Lo demás son sólo historias.