viernes, 26 de febrero de 2010

Apátrida

Me declaro apátrida desde hoy mismo.

No quiero saber de himnos ni escudos ni banderas, y ni oír hablar del orgullo nacional.

No quiero saber de patriotismos baratos plantados sobre las raíces de independencia de pueblos vecinos.

No quiero saber de ejércitos nacionales preparados para defender el país de hipotéticos males que amenazan su seguridad, y que se camuflan de excusas a la hora de invadir países.

Aborrezco los escáneres de los aeropuertos, los que te hacen sentir sospechoso de andar y respirar, un presunto terrorista mientras no demuestres lo contrario.

Aborrezco las diferencias de trato a unos y otros, quiero para todas las fichas del parchís el privilegio de tirar el dado y avanzar libremente, para negros, amarillos, blancos, verdes y azules.

Aborrezco a los que se autoexculpan de racismo, pero ven una constante amenaza en el diferente.

Aborrezco la hipocresía de los que se solidarizan con los pueblos que sufren, pero no con las personas individuales que los componen, y ni oír hablar de las causas que los oprimen.

Me siento de todas partes y de ninguna.

Me siento un humano del mundo, un pasajero en tránsito.

Me inquietan e incomodan las fronteras, las que trocean los caminos que ando, las dicen aquí sí, allí no, mientras yo levanto mi pasaporte español, y como machete en la selva, voy abriéndome paso en el mundo, dejando atrás a millones de personas encerradas en sus jaulas nacionales.

Disculpen mi ingenuidad, pero sueño con un mundo sin barreras, en el que no existan las diferencias económicas abismales que empujen a la gente a abandonar sus familias, amigos y vecinos para aventurarse en un lugar desconocido.

Disculpen mi ingenuidad, pero este mundo me duele.

sábado, 20 de febrero de 2010

Caminos de alta fiesta

Eduardo Galeano escribe:

¿Adán y Eva eran negros?
En África empezó el viaje humano en el mundo. Desde allí emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta. Los diversos caminos fundaron los diversos destinos, y el sol se ocupó del reparto de colores.
Ahora las mujeres y los hombres, arcoiris de la tierra, tenemos más colores que el arcoiris del cielo; pero somos todos africanos emigrados. Hasta los blancos blanquísimos vienen de África.
Quizá nos negamos a recordar nuestro origen común porque el racismo produce amnesia, o porque nos resulta imposible creer que en aquellos tiempos remotos el mundo entero era nuestro reino, inmenso mapa sin fronteras, y nuestras piernas eran el único pasaporte exigido.


miércoles, 17 de febrero de 2010

Dosis de caribe

Llamar con un gesto al carrito que pasa por la ruta a dos esquinas de donde tú estás, y sin correr ni sudar, llegar hasta él, que te espera sin ninguna impaciencia. Entrar a ritmo de bachata en un espacio desvencijado y decadente. Acomodarse ligeramente mientras en el asiento trasero una señora come papitas con queso y habla por teléfono "Dile a Plutalco que me mande el dinero". Balancerse de un lado a otro con los baches del camino, con una pasmosa normalidad, con la bachata explicando las bondades de "quedarse en la cama contigo, que es donde mejor se está", y entre compases de guitarra que llora, y de señora con papitas que dice "Plutalco 'ta leeeeeento y 'tamo en eleccione, dile que lo he dicho yo", y poco después observar al chofel que riñe con dramatizada indignación a unos niños "¡Ustedes!, pal de tiguerones, ¿qué hacen por la calle a estas horas?". Perseguir con la mirada a 2 niños 4 pies y 1 chancleta corriendo como alma en pena y risa del diablo para esconderse en un pasillo de palmo y medio entre dos paredes de blocks, mientras esperan que pase el carrito por las colinas de piedras y tierra. Y quedarse en la esquina con las palabras clave "Chofel, en la equiiiiina", cerrando la puerta y dejando atrás altas dosis de caribe.
Todo eso, si se dispone de tiempo y ganas de vivir sin perder la paciencia, es lo que hace que uno se eche unas risas y se reconcilie con el mundo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

De lo micro a lo macro

Es de repente en una mirada, un gesto. No un gesto grandilocuente o ambicioso, sino más bien efímero, olvidable. De paseo por La Puya el domingo pasado, volví a reencontrarme con los gestos limpios, los ojos que se esconden tras una puerta y observan, las manos que quieren ser tocadas, las risas que quieren ser retratadas, las cabezas bajo mi mano que se mueven en todas direcciones. Y entonces volvió a resucitar mi yo tranquilo, el que pasea los pies y la vista, sin tener que explicar nada a nadie, sin organizar, sin distribuir, sin más faena que existir.
Por la mañana, yo era el yo del ordeno y mando. No se me da mal el papel, y cada vez con menos pretensiones, creo me he vuelto un poco más humano.
Era un domingo de fiesta, el II Encuentro Nacional de Voluntarios "Calasanz nos une", o lo que llamamos Formación Conjunta, un motivo para juntar en el Colegio Calasanz de Santo Domingo a los monitores de La Puya, tanto del barrio como del Calasanz, y los de La Romana, que suelen ansiar cualquier salida que se dé. En total casi 80 monitores. El tema era el amor como virtud del educador escolapio, una oportunidad de trabajar en ellos eso que se llama amor, tan publicitado como difícil de poner en práctica. La desconfianza inicial de los 3 grupos pronto desapareció, y de repente el tema era la excusa para juntarse, convivir y mezclarse, sintiendo que además del servicio a los niños, nos unen las ganas de compartir.
Al gran juego, ambientado en el Mago de Oz, le siguió una dinámica para representar algunas frases de Calasanz situadas en nuestra realidad concreta con los niños. Y ya en la tarde, después de comer, nos desplazamos a La Puya, donde por equipos recorrimos el barrio, una realidad dura que interpela a cada paso, y donde yo reconcilié el microgesto con el macroevento, para resolver la ecuación. La incógnita: la esperanza.
Tras una eucaristía sencilla pero sentida, volvimos agotados a La Romana. En la guagua, ya de nuevo atrapado por mi yo humano, miraba a los muchachos y escondía con payaserías todo el amor que les tenía.
Al final, quien aprende, vuelvo a ser yo, el humano y el otro.