Aprovechando uno de mis viajes a la capital para la formación de monitores de La Puya, quedé con una excompañera de unos de mis extrabajos. Ella, que se había enterado por un excompañero común de mi "cambio temporal de profesión", vive en Santo Domingo desde hace algún tiempito y se dedica al tema de la cooperación.
Estuve conversando con ella y con un grupo de amigos, todos españolitos, todos jóvenes y preparados, y todos dedicados profesionalmente a la cooperación internacional. Uno voluntario de Naciones Unidas, otro del programa que gestiona recursos de la Unión Europea, el otro haciendo auditorías sobre Financiación y Gestión Responsable.... en fin, todo gente importante. Resultó muy curioso todo aquello. Eran personas interesantes, con una cierta inquietud social y con un nivel profesional y cultural apreciable. A pesar de reconocerme conectado con ellos, me sentí como de otro mundo. Y, por qué no, me sentí también algo incómodo al oírles hablar. No porque no fueran buena gente, sino por esa imagen de "solidaridad de lujo" que me estaban proyectando.
Posiblemente sea un problema mío. Me cuesta por ejemplo hablar u oír hablar de salarios, de que si se paga mal, de que si merezco más por la capacitación que tengo. O también del congreso sobre voluntariado, o de si fue tal o cual político... hablaban como si fueran íntimos de algunas personalidades. Yo entiendo que en el tema de la cooperación, como en todos, hay que formarse, buscar una progresión profesional, tener aspiraciones salariales altas, en fin, buscar las mejores condiciones posibles... pero claro, en un tema en el que entra tanto la parte altruista y el ejercicio de humanidad y entrega personal, todo este lenguaje y a veces concepción materialista me chirría mucho más. Y digo esto contando con varios amigos y gente cercana dedicada a estos temas. No pretendo juzgar, sólo expresar una sensación que en ese momento me inquietaba.
Al mismo tiempo, me resultaba atrayente y me recordaba planteamientos de mi "vida anterior", en aspectos tales como los viajes, las exposiciones, las cenas con amigos lejos de tu casa... Así que por un momento fui uno más tratando de vivir fuera de casa una nueva experiencia de conocimiento del mundo, de los demás y de mí mismo.
Obviamente comenté sobre mi experiencia, pero en realidad era lo menos importante. Y aproveché también para hacer publicidad de los proyectos, hasta que me di cuenta que me estaba acercando a la patología llamada "Ver de dónde se puede sacar". Y decidí relajarme.
Hablamos de otras muchas cosas, de alquiler de pisos y lo mucho que se aprovechaban de ellos, de la crisis, de la situación española... Pero poco hablaron de lo que personalmente les compensaba de todo esto, de qué les aportaba estar en un sitio como éste. Claro, mi experiencia allí resultaba algo extraña, aunque yo también me dedique a la, pongamos, "cooperación internacional" (¿o no?). Creo que a sus ojos resulté como de otro planeta y, en definitiva, un poco tonto.
Eso sí, el sitio era bien bonito, moderno y agradable, lugar habitual de encuentro de otros cooperantes, según dijeron. Dominicanos creo que no había ninguno, y si los había desde luego no eran como los que suelo encontrar en La Romana.