martes, 24 de marzo de 2009

Alboroto

El domingo hubo campamento en La Puya. Desde este año forman parte del proyecto "Calasanz nos une", aunque en realidad creo que siempre lo fueron. Pero ahora a todos los efectos, desde la formación mensual hasta la realización de campamentos de verano y también mensuales, con lo que ello lleva de preparación, organización evaluación. 
Dejo un vídeo de la loquera que se desató en uno de los juegos de este domingo. Sana loquera, claro.


Otro adiós (II)

Un día de marzo, Bea cogió su maleta con una mano, y con el brazo robotizado dijo adiós a La Romana. Lo dijo bajito y se fue tranquila, con la seguridad de quien vuelve. Y cuando lo haga será recuperada, con la mano activa y rápida para seguir curando.

lunes, 16 de marzo de 2009

Otro adiós





Compartir la vida. Compartir ilusiones, rostros, resquemores, pero sobre todo la rutina.
Ya se han ido los médicos, y ahora sí puedo decir que este mes con ellos y Bea al frente de su trabajo y su vivencia ha sido un regalo. Querría tratar de resumirlo, pero en realidad tiene la pequeñez o grandeza de vivir nuestro día a día en La Romana. Pequeñez porque no hay macroeventos sino microencuentros, rinconcitos e intentos. Grandeza por el futuro que pinta, porque habla de voluntarios y servicio. Pero mejor será que les preguntéis a ellos tres (Marta, Laura y Vicent) cómo les fue. 
Pero no investiguéis la crónica, eso no. La crónica os la cuento yo, y es un collage de niños en el operativo médico (durante una semana), de rostros en los barrios a los que han acudido a ejercer de médicos, de promotores de salud entregados a su faena, de monitores de campamentos, de guaguas, cuadros, canciones y gatos. 
Pero mejor preguntadles por su sentir, por esa apertura libre de juicios que han paseado por aquí, por su ilusión de ver, tocar y aprender. 
O mejor no les preguntéis nada, y quedaos bien cerca de ellos. Vale la pena. 

[PD: No debería decirlo yo, pero qué buena pinta tengo disfrazado de " dotol"]

viernes, 6 de marzo de 2009

Rosario

Cuando el médico enseñó sus ojos escrutadores por encima de las gafas sin montura, la paciente ya llevaba al menos cinco minutos absorta en sus males. Dolores que corrían como ratas de alcantarilla a un lado y otro de la espalda y se encadenaban a otros más abajo, entrelazándose con ardores lejos de lo comprensible, lugares difusos en rincones de naturaleza misteriosa, y luego, doctor, me sube por aquí y por la noche, ay doctor, no puedo dormir cuando se me coge la muy perra a esta parte del cuello. 
Él volvió la vista abajo, acabó de completar los últimos datos del anterior paciente (unas anginas sin más y una madre histérica de más), alineó la pluma en paralelo con sus informes, y se recostó en su sillón de cuero negro, cruzando los brazos.
- Y eso es todo, doctor.
La doña acabó su rosario de dolencias con un dedo apuntando a la nuca y cruzó sus pequeñas manos en su regazo, esperando. Esperando la sentencia como el acusado en su banquillo, atenta desde esos ojos cansados y tristes en medio de en un mar de arrugas de reír y llorar. Flaquita y pálida, encaramada como estaba a esa silla de altura incómoda, desde los pies de alpargata negra de andar cómoda, hasta el último cabello enroscado en un moño gris, se le antojó al doctor víctima de la vida.
- Me duele todo, vaya.
Y sonrió. Convinó entonces el doctor darse unos minutos a las urgencias de ese día, al reloj que empuja a los pacientes fuera y grita siguiente con desdén. Y escuchar un poco, aunque fuera un tantito, aunque fuera a esa vocecita que pedía milagros, que suplicaba un remedio para los males de la vejez. 
Se incorporó sobre la mesa, y sacó el bloc de recetas.
- Mire mi doña. Hoy me descansa un poco y se hace esta tarde un tecito con estas hojas que son remedio de santo. Mañana está como nueva. - Acabó de escribir y, extendiendo su brazo, le acercó las recetas a la mujer.
Ella se descolgó como pudo de la silla, las tomó y agarrando su bolso con fuerza, dio las gracias, media vuelta y salió, dejando atrás al doctor mirando con clemencia por encima de sus gafas sin montura.

Entrada la tarde, la doñita se sentó en la silla medio desvencijada de la cocina y dio casi por cerrado el día. Mientras acababa de musitar las últimas frases del avemaría, arregló con suavidad el tapecito de ganchillo de la mesa. Después, cruzó las manos sobre el regazo negro de negro delantal, y esperó como quien espera nada, con todo el tiempo dispuesto sobre la mesa como cartas de la baraja. El repiqueteo del agua hiviendo le dio la señal. Se levantó de un salto, sacó el cacito del fuego y lo virtió en la taza. Añadió las hojitas y un poco de azucar, pero poco, por aquello de no abusar. 
Mientras removía, enfiló las últimas avemarías del rosario, pensando que quizás era mejor sacar esta noche la carne de mañana porque tempranito debía lavar las cortinas del salón. Y entre cortina y cortina, sacó con la cucharita las hojas de las recetas del doctor, las escurrió y observó la tinta corrida y casi disuelta de ese trazo largo e indefinido, incomprensible. Dejándolas a un lado, agarró la tacita con los dedos de manos nudosas y sorbito a sorbito fue apurando la infusión de agua y letras.
No dio mucha tregua a la espera. A los dos minutos se sentía mucho mejor y, ya curada, buscó de nuevo la escoba para enfrentarse de nuevo al pasillo de moqueta desgastada, mientras dedicaba dos bendiciones al doctor que hacía de sus dolencias una nueva oportunidad para santificarse. Santo doctor, cuídamelo Señor. 

lunes, 2 de marzo de 2009

1er Encuentro "Calasanz nos une"

Ya era hora, me decía para mis adentros.
Y es que por fin pudimos juntarnos el domingo pasado todos los monitores de campamentos "Calasanz nos une" de La Romana y de La Puya, en lo que podemos llamar el 1er Encuentro CNU. No sabemos si catalogarlo de Encuentro Internacional (por aquello de contar con la presencia de los médicos españoles, de visita en nuestro paisito) o Nacional, pues en realidad son dos los lugares del país en los que estamos trabajando, aunque también en León (Nicaragua) y, como siempre digo, al otro lado del océano, del lado europeo, son unos cuantos los que colaboran con nosotros. Así que lo consideraremos internacional.
El objetivo del encuentro era doble. Por una parte formativo, fomentar una reflexión conjunta, analizar un poco los distintos procesos seguidos, hablar de los tiempos, de los ritmos, de la paciencia. También proporcionar a los muchachos recursos sobre manualidades (hicimos una ronda de talleres), juegos, danzas... Pero por otra parte, era fundamental el objetivo lúdico, conocerse, divertirse, aprender juntos. Y al final, saberse parte de un mismo proyecto, ampliar las miras y estirar el horizonte que nos permita superarnos y seguir andando.
Se respiró un ambiente muy bueno, al principio algo extraño por no conocerse demasiado, pero con una danza o dos se disiparon las distancias, y juntos trabajaron en los talleres, juntos comieron y participaron en la eucaristía. Con el rato de piscina, ya no eran de La Puya o La Romana, sino guerreros en caballos acuáticos en lucha contra el mundo. Y eso me gustó, lo rápido que bajan las barreras para sentirse como de la familia, la gran familia de monitores.
Fue un día muy ameno que finalizó en agua en este primero de marzo de viento pero cálido y soleado, de bañador y manga corta. 
Esperemos que no se quede en eso, y de verdad sirva para construir una historia común, un punto en el que apoyarse, un empujoncito de energía para seguir avanzando.
 
[Foto de familia]