Cuando el médico enseñó sus ojos escrutadores por encima de las gafas sin montura, la paciente ya llevaba al menos cinco minutos absorta en sus males. Dolores que corrían como ratas de alcantarilla a un lado y otro de la espalda y se encadenaban a otros más abajo, entrelazándose con ardores lejos de lo comprensible, lugares difusos en rincones de naturaleza misteriosa, y luego, doctor, me sube por aquí y por la noche, ay doctor, no puedo dormir cuando se me coge la muy perra a esta parte del cuello.
Él volvió la vista abajo, acabó de completar los últimos datos del anterior paciente (unas anginas sin más y una madre histérica de más), alineó la pluma en paralelo con sus informes, y se recostó en su sillón de cuero negro, cruzando los brazos.
- Y eso es todo, doctor.
La doña acabó su rosario de dolencias con un dedo apuntando a la nuca y cruzó sus pequeñas manos en su regazo, esperando. Esperando la sentencia como el acusado en su banquillo, atenta desde esos ojos cansados y tristes en medio de en un mar de arrugas de reír y llorar. Flaquita y pálida, encaramada como estaba a esa silla de altura incómoda, desde los pies de alpargata negra de andar cómoda, hasta el último cabello enroscado en un moño gris, se le antojó al doctor víctima de la vida.
- Me duele todo, vaya.
Y sonrió. Convinó entonces el doctor darse unos minutos a las urgencias de ese día, al reloj que empuja a los pacientes fuera y grita siguiente con desdén. Y escuchar un poco, aunque fuera un tantito, aunque fuera a esa vocecita que pedía milagros, que suplicaba un remedio para los males de la vejez.
Se incorporó sobre la mesa, y sacó el bloc de recetas.
- Mire mi doña. Hoy me descansa un poco y se hace esta tarde un tecito con estas hojas que son remedio de santo. Mañana está como nueva. - Acabó de escribir y, extendiendo su brazo, le acercó las recetas a la mujer.
Ella se descolgó como pudo de la silla, las tomó y agarrando su bolso con fuerza, dio las gracias, media vuelta y salió, dejando atrás al doctor mirando con clemencia por encima de sus gafas sin montura.
Entrada la tarde, la doñita se sentó en la silla medio desvencijada de la cocina y dio casi por cerrado el día. Mientras acababa de musitar las últimas frases del avemaría, arregló con suavidad el tapecito de ganchillo de la mesa. Después, cruzó las manos sobre el regazo negro de negro delantal, y esperó como quien espera nada, con todo el tiempo dispuesto sobre la mesa como cartas de la baraja. El repiqueteo del agua hiviendo le dio la señal. Se levantó de un salto, sacó el cacito del fuego y lo virtió en la taza. Añadió las hojitas y un poco de azucar, pero poco, por aquello de no abusar.
Mientras removía, enfiló las últimas avemarías del rosario, pensando que quizás era mejor sacar esta noche la carne de mañana porque tempranito debía lavar las cortinas del salón. Y entre cortina y cortina, sacó con la cucharita las hojas de las recetas del doctor, las escurrió y observó la tinta corrida y casi disuelta de ese trazo largo e indefinido, incomprensible. Dejándolas a un lado, agarró la tacita con los dedos de manos nudosas y sorbito a sorbito fue apurando la infusión de agua y letras.
No dio mucha tregua a la espera. A los dos minutos se sentía mucho mejor y, ya curada, buscó de nuevo la escoba para enfrentarse de nuevo al pasillo de moqueta desgastada, mientras dedicaba dos bendiciones al doctor que hacía de sus dolencias una nueva oportunidad para santificarse. Santo doctor, cuídamelo Señor.
6 comentarios:
Qué bonito, por un momento y si no hubiera sido por la "MOQUETA"? del piso, pensaba que estaba en ese pueblito donde se desarrolla la historia de El Amor en los Tiempos del Cólera.
Cómo vas Rubencín??te llamé y hasta dejé unrecado, pero parece que lo nuestro es imposible!!
Este viernes nos vamos a Roma, otra vez, qué suerte poder volver, verdad? aún me acuerdo de nuestro peregrinaje allí con el padre Alonso por cierto, que viaje más entrañable...
en fin pequeño, a ver si te prodigas más por la red.
un besote
jolin Rubén!!!!!!1tan bonito!me recuerda por el moñito y la vocecilla a Donña Lupita.Jolín, k ganas de llorar. Y si, vivía en Macondo.
Eh, ¡que guay!
Ya echaba de menos estos relatillos con final "sorpresa"...
Hola nen,
Vegent la música que escoltes i fiques a compatir en aquest blog, estic asustant-me per la degradació A LA CARRERA del poc gust que ja tenies abans, així que he decitit escriuret per primera vegada ací per aconesllar que escoltes algo d'açò:
http://www.goear.com/listen/6213b7e/Cortez-The-Killer-Neil-Young
http://www.goear.com/listen/8069ad3/Working-On-A-Dream-Bruce-Springsteen-&-The-E-Street-Band
http://www.goear.com/listen/59d9d0f/True-Love-Will-Never-Fade-Mark-Knopfler
http://www.goear.com/listen/3b39182/Dantes-prayer-McKennitt
En fi... que no perdes el nord.
Un abraç,
JO
Gràcies per il.luminar-me, xiquet!
I per haver aprés tant dels meus ensenyaments... ;)
cuida't
El toni arasil, asistente a nuestros intensivos, me envía un enlace y me dice: "Mira esto".
Yo miro y miro y nada y cada vez entendía menos hasta... ¡bingo!, apareces, con tu sonrisa inconfundible, y me das una alegría que ni te cuento. Se te ve feliz y disfruto que estés bien.
Un abrazo enorme desde Barcelona
Silvia y Ariel
(te extrañamos)
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