jueves, 25 de diciembre de 2008

Ojos

Hoy os regalo los ojos de un niño de Cumayasa, tal y como me los regaló él a mí. Seguid haciendo feliz esta Navidad.


Os regalo también un poco de la música que se oye por aquí, o de la que oigo yo, o un poco de todo, para que os vayáis ambientando. No significa que sea la mejor ni la más bonita, sólo es una pequeña "banda sonora" de algunos de mis momentos. La he puesto en la parte derecha, en un cuadro que se llama "Música". 
Y aprovechando el despliegue musical, añado otra carpeta con grabaciones. En particular, he subido un trocito del ensayo de villancicos del coro Apocalipsis. Sonaban muy bien, pero era en la parte de atrás de Casa Betania, y a las 11 de la noche ya andaba algo saturado de peces y ríos... 

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

Trataba de pensar una frase perfecta y redonda, pero no será necesario. 
Sed felices y vivid alegres. Que se haga presente el Señor en nuestras vidas y nos cambie para siempre, haciendo revivir lo que estaba mustio. Y podamos regalar esta vida nueva en todo lo que hacemos y decimos, en lo grande y lo sencillo.



martes, 23 de diciembre de 2008

Sentimientos bien

Estaba dándole vueltas a las cosas que iba a poner en este blog. Son muchas desde que llegué de Valencia, y pocas las que he contado. Se me apelotonan en la cabeza y a la hora de darles forma no consigo encontrar por dónde empezar a tirar del ovillo. Cada día trae sorpresas, cada semana se diferencia de la anterior, pero en realidad son cosas tan pequeñas que no merecen ser contadas, sino sólo ser vividas. Así que puede dejar de leer este blog quien espere acontecimientos, eventos culturales o actividades fantásticas.
No soy el portento de la memoria, ni de los resúmenes minuciosos. Me pierdo en conclusiones enrevesadas y en razonamientos cargados. Hoy me siento sentir pequeño.
En estas "cosas pequeñas", hay algunas que me han hecho sentirme bien. Lo podemos dejar en sentimientos, aunque a veces alguno de ellos se cuele más abajo de la epidermis y se me filtre en las venas. Por ejemplo, cuando al acabar el último campamento conjunto (de todos los campos) en San Eduardo, un niño se acerca, tan espontáneo él, a darte las gracias de lo mucho que le ha gustado. Y te mira y te perfora con esos ojos pequeños, y no sabes qué contestar por estar fuera de juego.
Me hace sentir bien cruzarme con los limpiavidrios del semáforo, que se alegran de verte y tú también a ellos aunque el único vínculo que nos una sea la espera en rojo, que se pelean por limpiarte el cristal sólo por darte gusto, porque saben que no les vas a dar nada. 
O cuando arrastras hacia el congelador de las vecinas madres escolapias, junto con el P. Javier, una bolsa de 28 pollos congelados que el Gobierno da a la Iglesia para repartir en estas fechas, y mientras te debates entre el asistencialismo y la necesidad real miras al Padre Rector medio descamisado sudando pollos (un ejemplo cotidiano de religiosos y laicos trabajando juntos). 
Me hace sentir bien ver a los jóvenes del "Calasanz nos une" fajándose y creciendo, tratando de organizarse y nadar a contracorriente en esta sociedad desorganizada, aunque muchas veces les cueste vencer su propia desidia. Disfruto con ellos, en sus momentos de inspiración y también en los de distensión. Me alegra ver a los jóvenes de La Puya con ganas de hacer y aprender, a pesar de la apatía de los domingos por la tarde y la contaminación acústica de la vecina iglesia evangélica. Por eso me hacen sentir bien los constantes viajes a la capital, aunque no siempre me apetezcan.   
Me sentí bien entrando en la Fortaleza (por primera vez) a celebrar la Palabra con los presos, desearles una buena Navidad y hablar un poco con ellos, entre la desconfianza y la tranquilidad, y que algunos me echaran en cara la poca frecuencia de mis visitas. 
Me sentí bien haciendo tarjetas navideñas de algodón y escarcha con los niños de Mª Trinidad Sánchez (y antes en las bibliotecas de Cristo Rey y Brisas), mientras sus mamás hacían pompones de lana con una concentración y pulcritud envidiables, y después encantados con Santicló en la sesión de "cine de barrio" (sábana + computadora + datashow + alargadera + regleta). 
Me hizo sentir bien la visita del Pare Francesc (tío mío), P. Rudy y P. Montesinos, en la que sentí que todo seguía encajando, que los proyectos crecían al ritmo de los procesos personales y comunitarios, y que además eran conocidos y reconocidos por los "jefes". 
Me he sentido bien con el fin de las clases y los exámenes, y la sen
sación de descanso que eso supone.

Me siento bien cuando paro de correr, miro un poco a mi alrededor y me doy cuenta de la suerte que tengo. 
Cuando vivo el momento, y los minutos caen un poco más lentos. Cuando miro hacia dentro y soy capaz de abrir las puertas del perdón, de la paciencia y de la paz, que tantas veces permanecen cerradas.   

(Los sentimientos mal, que también los hay, los dejaremos para otro día, que esta noche es Nochebuena)

sábado, 13 de diciembre de 2008

Juguetes y algo más

Continuando con mi racha de suerte, he resultado premiado en el concurso de fotografía que organizó la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Calasanz. Mandé una foto de cuando se repartieron los juguetes en Cumayasa el año pasado, y parece que gustó.
Ahora me han pedido que mande unas líneas de explicación de las circunstancias de la foto, así que también aprovecho para ponerlas aquí. Espero que no les moleste.



Cumayasa es lo más parecido a la Sabana africana que hay por estos campos de La Romana. En lo que ayer fue un batey, vive ahora una comunidad sencilla y alegre, superando con optimismo los apagones constantes de luz o la escasez de trabajo precario o estable. En esa comunidad se construyó hace bien poco una capilla nueva, de la que los lugareños se sienten bien contentos. Y funciona desde hace un tiempo la Biblioteca Calasanz (de la red de bibliotecas del Proyecto "Calasanz nos une") como sala de tareas y lugar de consulta de libros.
Fuera de la escuelita, los niños pasan la mayor parte de su tiempo en los caminos, jugando con cualquier cosa y matando el rato a pedradas. Por eso, la llegada de los Reyes se vive con tanta expectación como ansiedad.
La foto fue tomada el 5 de enero del 2008, cuando les llevamos los juguetes que Sus Majestades habían hecho llegar (a través de los contenedores de Valencia) a Cumayasa.
Esa mañana se convirtió en un alboroto de alegría, nervios y ganas de probar los nuevos juguetes. Y yo tuve la suerte de estar allí para verlo, y poder captar con la cámara un pequeño retazo de la ilusión que ellos también me regalaron a mí.


domingo, 7 de diciembre de 2008

Viviendo la lentitud de las prisas

Desde que llegué han pasado muchas cosas, y a la vez ninguna. Mi vida ha cambiado la serenidad de la vuelta por la agitación y el ritmo frenético del día a día. Después, periodo de calma absoluta, de estar en paz con el mundo y conmigo, de armonía de los sentidos, de ver la perfección de todo cuanto me rodea. Y justo después, otra vez a correr, a la ansiedad de las cosas por hacer en la soledad de la ducha de la mañana. Ahora de repente cansado y apático, sin más visión de mañana que las teclas de mi portátil.
No sé con qué momento quedarme, pues no caben en este blog, sino en mi pequeño corazón de lánguida memoria y momento presente.
Me muero de sueño, mañana más.
 

sábado, 6 de diciembre de 2008

Invierno de ida y vuelta

Para quienes aún no lo sepan, estuve una semanita de viaje en
 Valencia, hace ya como dos semanas. 
Fue una visita estupenda, que me vino muy bien anímica
mente hablando (que no económicamente, la verdad). Estuve disfrutando en compañía de gente que quiero, "mi gente" que dirían aquí, con la que hacía tiempo que no compartía un rato de conversación y tranquilidad. Aunque bueno, tranquilidad más bien tuve poca, pues me pasé la semana entera corriendo de un lado a otro y con algo de stress de no poder hacer todo lo que había previsto.
Estuve de boda, Mónica y Ximo se dijeron que sí, y yo puder verlo en directo. Estuve en familia, la abracé, toqué y me dejé tocar. 
Fue un gusto poder explicarme, compartir este tiempo nuevo lleno de experiencias. Me ayudó eso a objetivar, mirar este año desde otra perspectiva. Disfruté también viendo a los "niños nuevos", y a los no tan nuevos pero bien crecidos, y me lamenté del tiempo que pasa y en el que no voy a poder tocarles las orejas a todos. Me paseé por el centro, abrí bien los ojos y observé las caras de la gente, tan linda, tan moderna. Pagué para sacar mi coche de la grúa, ¡200 € que son 10.000 pesos! Comí los platitos de siempre aquí y allá, cogí el autobús, me ahogué en noticias de crisis, me puse jersey y chaquetón.
Y llegué a la Fnac y me descubrí sin ganas de comprar, sin necesidad de consumir. Y me sentí por por primera vez muy raro, como extraño en casa. 

(En las fotos, una de boda y Laia, una de las pequeñitas que aún no conocía, hermana de mis ahijados. Pa' comérsela enterecita)

Tras la oscuridad

... llega un poco de luz. Miles de disculpas por haber tardado tanto. Me he ido, he vuelto, he empezado de nuevo a correr y creo que hoy ya me siento un poco más tranquilo. Así que os cuento un poco más en la siguiente entrada.
De regalo, una foto de mi gato de hace como dos meses. Es mi eficaz remedio contra las ratas.