miércoles, 30 de junio de 2010

Pies inquietos


Rubén se va de nuevo.
Son las 3 de la mañana de la noche anterior a mi partida, y sigo repitiendo los vicios de siempre. La maleta me mira con aire de resignación, consciente de que una vez más pude evitar estas prisas de última hora.
Mañana me voy, y sigo el camino que una vez me trajo aquí para enseñarme que es posible vivir de una manera más sencilla. Frente a mí, nuevos pasos que desean ser andados, sin prisa, que se alinean hacia algo que está un poco más allá. Así iré siguiendo mientras pidan unos pies inquietos y curiosos, y sigan habiendo en este bendito mundo más caminos por andar.
Hasta luego.

lunes, 28 de junio de 2010

De nuevo, el vaivén

A ratos quiero cerrar el cofre de los recuerdos.
Son perlas que guardo con celo, con la sensación de que las perderé antes o después en el mar de la desmemoria.
De momento, por si acaso, trato de recoger sensaciones que pasan rápido por los sentidos y disparan al corazón, provocando ráfagas de placer y dolor, para luego dejarme como en asepsia total. Disfruto mirando aquí a allá, me recreo en personas, en palabras y actitudes, mientras me digo que ésta es "la última vez que".
La cuenta atrás comenzó hace tiempo y yo ni me había dado cuenta. Ahora, frente a la maleta abierta y receptiva, creo que no seré capaz de recogerlo todo, lo que vivo cada día, y lo que dejé olvidado por el camino. Recurro como siempre a mis listas de última hora.
En la de cosas pendientes encuentro:
- 20.000 minutos de escucha ajena a las prisas
- 2.036 miradas complacientes
- 1.890 palabras de ánimo
- 200 ideas atrapadas en la maraña de la pereza
- 524 sugerencias desde la comprensión y no la corrección
- 4.320 orejas de niño por tocar
- 4 boches bien dados
- 1 intento de aprender a tocar la guitarra.
La lista aumenta con cada día que disminuye. Especialmente cuando vuelvo a casa con la pasola, dejando que el aire resista en mi cara mientras repaso cada gesto en el camino, los niños, los negocios, la gente sentada en la calle, los salones de belleza, las vías del tren... En esas horas de la tarde en las que la vida se pinta de su color verdadero, yo me desdibujo un poco.
Entonces, con la cabeza llena de incertidumbres, me digo y me repito que todo está bien, mientras cierro otra vez el cofre y prometo volver a abrirlo mañana.
Quedan dos días, y todo sigue como siempre, un sutil vaivén de las olas en Bayahíbe.

martes, 22 de junio de 2010

Otro año juntos

Estamos de cierre de curso en "Calasanz nos une".
Ya tuvimos una clausura de curso como corresponde en la parte de niños de los Centros Culturales (ya adelanto que el 3 de 3 tiene que ver con eso), y esta semana le tocó a los jóvenes. Y como viene siendo tradicional, tuvo un poco de todo.
Comenzamos con una eucaristía de acción de gracias a Dios por este año vivido, un curso que ha tenido sus buenos y sus malos momentos, pero que sobre todo ha estado repleto de vida desbordada, la que se regala, la que se recibe y se respira. Después, la parte más lúdica, que incluyó cena, montajes de fotos y reconocimientos para unos y otros, incluso para mí. Pudimos repasar algunos momentos del año y alegrarnos de las muchas cosas que han pasado en este tiempo. Y pudimos también celebrar la amistad y la unión en un trabajo por los niños que nos une a todos.
Para mí ha sido un reto ver cómo se suceden los vaivenes y tratar de poner orden en este caos ordenado que suponen vitalmente los jóvenes. Son muchos barrios en La Romana, muchos equipos distintos con dinámicas propias. Es como tener varios hijos que cuidar. A veces unos caen medio enfermos, otros de repente se ponen fuertes, están los tranquilitos y los nerviosos, los que hay que frenar y los que se esperan que los tomes de la mano. Entre ellos forman una red fraterna de hermanos que se comprenden y se quieren unas veces, y que discuten, se pelean o incluso se disputan el amor del papá, muchas otras. Pero creo que siempre permanece esa sensación de familia, de que el destino de los unos y los otros es común y por tanto responsabilidad de todos.

Aquí dejo el video que les preparé. Mientras lo hacía me iba dando cuenta de la cantidad de cosas que hemos hecho, pero sobre todo, como decía, la cantidad de vida que pasó por ellas.



domingo, 13 de junio de 2010

De la vida un cuento (2 de 3)

No puedo negar que me gusta competir. Pienso que, siempre que no se lleve a extremos, puede ser una buena forma de motivar. El tiempo de preparación te concentra en el objetivo, y la misma tensión te lleva a quererte superar.
Ya hace tiempo que daba vueltas a la idea de organizar un evento de lectura para todas las bibliotecas Calasanz. Pienso que cualquier actividad que junte a los niños de la red de bibliotecas es ya una fiesta.
Para ellos, por el hecho de verse, de salir de su rutina y de conocer otros niños que, como ellos, todas las tardes tienen su rato de aprender, hacer las tareas y leer o jugar.
Para las maestras por la idea de colectividad, de constatar la existencia de una red que pequeñas entidades de aprendizaje, con el mismo objetivo y forma de trabajar.
Y para mí, porque disfruto viendo a todos los niños juntos, tan arregladitos y peinados, y con esa mirada consciente de participar en algo importante.
A estas razones, añadir la más importante: la lectura lo merece. Y tal vez la preparación del acto ayudaría a remover en los niños la conciencia lectora.
Por eso organizamos en el Centro Cultural Calasanz San Eduardo el 1er Torneo de Lectura "Calasanz nos une", una competencia interbiblioteca de la que saldría el niño o niña más familiarizado con los cuentos. Cada centro tenía que elegir a 3 candidatos por medio de un pretorneo, y de los 12 saldrían los ganadores. En realidad, ya los 12 eran ganadores, y así quisimos que lo sintieran. Por eso ya de salida tenían regalo seguro, un lote de libros, pero de rebote también una evidente mejora de la lectura, como pudimos comprobar.
El acto era sencillo. Había 4 pruebas de lectura y escritura, aderezadas con actuaciones teatrales y musicales preparadas por las bibliotecas, siempre alrededor de los cuentos. Los concursantes se sentaban en una mesa frente al público y al jurado, y se retiraban cuando las pruebas exigían concentración (por ejemplo, escritura de cuentos). El Jurado, tras escuchar a los niños en cada prueba, valoraba individualmente para elegir a los 3 mejores del concurso.
Y los ganadores se llevaban un premio especial, pero sobre todo el honor de la victoria.


Tengo que reconocer que me lo pasé muy bien. Estaba empeñado en cuidar los detalles, y que los participantes sintieran que eran especiales. Ellos al principio estaban nerviosos, pero empezaron a soltarse y nos fueron enseñando por qué habían sido seleccionados. Algunos eran buenos en lectura en voz alta, pero otros tenían una imaginación peculiar con los cuentos. Otros no leían especialmente fluido, pero entonaban tan bien que te olvidabas de la historia.
Fue una tarde completa, con teatro, títeres, fotos, cuentos, y los niños lo gozaron hasta el final. Pero además fue un momento especial para los concursantes, que veían reconocidos sus esfuerzos por leer más y mejor. En algunos creo percibir incluso una mejoría de lectura. Por ejemplo, Quintina (maestra de Brisas) me confesaba que Bienvenido había estado varias semanas preparándose. A otros sencillamente se les veía sorprendidos de haber sido elegidos para algo. Y la ganadora, Carla, de 7 años, una avezada lectora, supongo que lo guardará en el recuerdo por mucho tiempo.



Yo me quedo satisfecho. Creo que este tipo de encuentros les permitirá prender la chispa de la ilusión en seguir leyendo. O al menos en seguir intentándolo, pero con la autoestima un poquito más restablecida. Que buena falta les hace.