lunes, 28 de junio de 2010

De nuevo, el vaivén

A ratos quiero cerrar el cofre de los recuerdos.
Son perlas que guardo con celo, con la sensación de que las perderé antes o después en el mar de la desmemoria.
De momento, por si acaso, trato de recoger sensaciones que pasan rápido por los sentidos y disparan al corazón, provocando ráfagas de placer y dolor, para luego dejarme como en asepsia total. Disfruto mirando aquí a allá, me recreo en personas, en palabras y actitudes, mientras me digo que ésta es "la última vez que".
La cuenta atrás comenzó hace tiempo y yo ni me había dado cuenta. Ahora, frente a la maleta abierta y receptiva, creo que no seré capaz de recogerlo todo, lo que vivo cada día, y lo que dejé olvidado por el camino. Recurro como siempre a mis listas de última hora.
En la de cosas pendientes encuentro:
- 20.000 minutos de escucha ajena a las prisas
- 2.036 miradas complacientes
- 1.890 palabras de ánimo
- 200 ideas atrapadas en la maraña de la pereza
- 524 sugerencias desde la comprensión y no la corrección
- 4.320 orejas de niño por tocar
- 4 boches bien dados
- 1 intento de aprender a tocar la guitarra.
La lista aumenta con cada día que disminuye. Especialmente cuando vuelvo a casa con la pasola, dejando que el aire resista en mi cara mientras repaso cada gesto en el camino, los niños, los negocios, la gente sentada en la calle, los salones de belleza, las vías del tren... En esas horas de la tarde en las que la vida se pinta de su color verdadero, yo me desdibujo un poco.
Entonces, con la cabeza llena de incertidumbres, me digo y me repito que todo está bien, mientras cierro otra vez el cofre y prometo volver a abrirlo mañana.
Quedan dos días, y todo sigue como siempre, un sutil vaivén de las olas en Bayahíbe.

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