viernes, 10 de abril de 2009

Pico Duarte

Venía arrastrando desde que llegué aquí unas ganas tremendas de salir a caminar a la montaña. Pero claro, ni las cordilleras quedan cerca de este caluroso y llano rincón de la isla, ni existe una cultura de ecoturismo que me empuje a animarme por mi cuenta.
Estos días de prepascua se dieron las condiciones y, pertrechado con mis botas de montaña y algo de abrigo (que no había sacado en año y medio), me dirigí con un grupo del colegio Calasanz de Santo Domingo hacia el famoso Pico Duarte.
Este pico, que se eleva con una extraña y elegante discreción hasta los 3.087m, supone el punto más alto de todo el Caribe. Hasta ahora se trataba de un reto inalcanzable. Pero ya no.
Porque este mismo 4 de abril, un grupo de intrépidos aventureros, entre los que se encontraba un padre escolapio, Vicente Ballester, y yo mismo, coronamos las últimas piedras de la cima y las últimas dificultades de nuestro ánimo para alzarnos así con el triunfo sobre nuestras propias limitaciones. Y dimos por alcanzado este reto personal.
El camino no fue fácil, de hecho es uno de los que más me ha costado en mi dilatada experiencia montañera. Todo sea dicho, mi forma física actual no es la mejor que he tenido, pero para ser justos también hay que destacar que ese recorrido no es para cualquiera.
La ascensión prometía ser dura, pero yo confiaba en mis posibilidades (la "preparación" previa consistió en 2 salidas a correr, así que tampoco era para estar satisfecho). La primera noche, al comienzo de la ruta, ya fue complicada y pasé algo de frío, además de que mi espalda no está ya para muchos suelos. Pero con el ánimo casi intacto comenzamos la subida. 
Como digo, fue más duro de lo esperado y los 1.300m de desnivel concentrados en 18km supusieron en algunos momentos un auténtico calvario, tan propio en estos días de la pasión de Jesús. Lo cierto es que la montaña no daba tregua, y la subida constante comenzaba en un agradable terreno húmedo y selvático, pero pasaba luego a ser pedregoso y árido. Aunque la temperatura al sol seguía siendo veraniega, la brisa fresca de las alturas suponía al menos un buen alivio. 
La segunda noche en el campamento base de La Compartición, tras una ducha en caño de agua gélida y una cena escasa y austera, también fue fría. Así que en la salida del segundo día, a las 5:00 de la mañana de una madrugada oscura, ya me encontraba tan menguado como la propia cena. A pesar de ello, la esperanza de tocar pico nos mantenía animados. 
Dos horas más de camino en la para subir los 
600m de desnivel y 5km de distancia restantes, y por fin llegamos a la cima. Allí, junto al busto de Juan Pablo Duarte y la bandera dominicana, pudimos comprobar que el paisaje era espectacular, con todo aquella naturaleza a nuestros pies. Por encima de la línea de nubes, semejante a las que se ven desde el avión, rodeado de valles, cordilleras y júbilo, volví a probar el sabor de la paz y la amplitud de espíritu que tantas veces me han dado otras cimas de otros picos, y que me siguen recordando que estoy vivo. Es difícil de explicar la sensación.
La bajada me volvió a recordar mi limitación de fuerzas, y supuso para mí un verdadero suplicio (cosa que suele ser habitual), así que tuve que hacer "breve" uso de una de las mulas que nos acompañaban en el viaje, aunque para ello perdiera algo de mi orgullo de caminante aventajado. No sé qué fue peor, si los pies reventados, o el dolor de entrepierna por las mulas que, ajenas a todo, brincaban y corrían sin ningún reparo por aquellas empinadas sendas. Lo curioso fue el uso y abuso que muchos de los muchachos que venían con nosotros, de 2º de bachiller, hicieron de los animales. Algunos, altos y fuertes como torres, se pasaron en sus lomos gran parte del camino (tras dejarse en él algunas lágrimas y pocos sudores), y unos cuantos ni siquiera llegaron al pico (¿?). Curioso y gracioso, sobre todo después de haberlos visto envalentonarse de forma chulesca el día anterior. Y es que esta juventud no sirve... que dirían por aquí.
Al final, exhaustos pero contentos, concluimos la aventura, que de largo valió la pena, por la superación, el esfuerzo y la recompensa. Ahora sólo espero que no tarden en desaparecer los dolores...


Foto: yo posando con cara de alegría y mi poloché de "Calasanz nos une" (que estarán en breve a la venta en Valencia, si se me permite este inciso publicitario)


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Felices Pascuas bombonazo; para tí y para todos tus compañeros.

marta dijo...

Desde Jávea en mi "vigilia particular" te mando un beso pascuero.
Qué guapo te veo ahí en la cumbre!
Te has renovado con la primavera...como El Corte Inglés ;)

Anónimo dijo...

felicidades por esa cumbre!! siempre nos quedaran las montañas compañero. me alegro mucho de verte vivo, un abrazo de todos y un besazo. Feliz pascua. Javi A.

Rubén dijo...

Gracias Javi, a que estás orgulloso de mí? Parece que casi una semana después, ya me ha bajado la hinchazón de los tobillos. Pero las uñas de los pies ya no las recupero, un desastre.
Saludos a la Penya de l'Espardenya, os echo de menos compañeros.

Anónimo dijo...

k teatrero eres...bona pascua!

bendi

Manel dijo...

Molt bé! La millor manera de celebrar-la.
Quina vista! Gràcies per les fotos també.
Molt xulo el "re-styling" del blog.

Una abraçada,

Manel

Monto.- dijo...

jE, JE ,JE, JE, aún te estoy visualizando encima de la mula...si es que el tiempo pasa para todos!! gracias por compartir tu historia he pasado unrato agradable de desconecting de tanto impuesto, leyéndote.

Nosotros nos fuimos de RUTILLA PASCUERA a Avila, me dejó maravillada, que ciudad más bonita, pero nene, qué frío! nos nevó, nos llovió y no pasamos de los 3 grados!!

Ponte trombocid en los pieces pa que baje el hinchazo´n...bsitos