lunes, 1 de junio de 2009

Frágil equilibrio

Hoy tengo ganas de renegar un poco, amanezco sin internet por tercera vez desde el sábado, y amenaza con durar un tiempo. No es un drama, por supuesto, pero habituado como estaba a esta ventana al mundo, me quedo sin el aire fresco que suponía. Tampoco es una novedad. Mi uso de internet viene siendo intermitente y es rara la vez que puedo conectarme de forma seguida durante tres días. Es muy frágil el equilibrio que me permite hacerlo, ya que la señal entra por la sala de cómputo de San Eduardo, se emite por una antena inalámbrica, es recibida por otra antena en secretaría, que va al switch donde se conecta al cable que cruza la calle y llega a la casa, de allí a otro switch y otro cable que llega a Contabilidad que es donde me suelo conectar. Así que, en ese camino, se deben cumplir algunos requisitos necesarios, como que llegue efectivamente la señal de Codetel, que haya luz, que en la sala de cómputo nadie haya metido la mano, que nadie haya bajado los brakers del cuadro de luz, que los switch hayan resistido a los cambios de tensión...
Conclusión, cuando uno vive en estas condiciones, no puede ser internedependiente. O conectarse cuando se pueda, que tampoco viene mal abrirse a la sorpresa. Al menos, afortunado de mí, me puedo conectar, aunque sea a ratos. Me observo con mis hábitos de señorito y me río un poco de mí mismo, que tampoco viene nada mal. 
La excusa me sirve para hablar de la sensación de equilibrio. Equilibrio físico, en el caso del agua, la luz, la fotocopiadora y tantas cosas que aquí se dañan con facilidad. Pero equilibrio también psicológico, espiritual. Y ese me preocupa más. Ante la ausencia en mucha gente de un sentido de disciplina y constancia, casi todo cae si no se empuja convenientemente. Se me ocurren muchos ejemplos, la gente que cambia de iglesia como de camisa, las reuniones que caen por dejadez, las clases de música en las que se queda el profesor solo tocando la flauta, los monitores que hoy están y mañana no y que juran y perjuran que irán.. En mi rutina cotidiana veo ejemplos todos los días, de dinánicas que exigen un esfuerzo de repetición que al final no se da. 
Lo veo ahora también que estoy preparando con los niños una obra de teatro. El teatro es un ejemplo de disciplina, de educación del propio cuerpo, de trabajo. Es curioso el talento natural que tienen estos niños para las artes escénicas (canto, baile, drama), el show les corre por las venas. Tan curioso como ver lo mucho que les cuesta trabajarlo, dominar el cuerpo para hacer de ese don una verdadera habilidad. Para mí ése es el reto, demostrarles que quien persevera y vence la desidia es capaz de superarse y de dar un paso más como persona. Los momentos en que lo veo, los disfruto, pero el camino me deja a veces desesperado, sin voz y al borde del homicidio. Hasta el día siguiente, que se me haya vuelto a pasar todo, y sea momento de ilusionarse... de nuevo.

1 comentario:

eva dijo...

ayssssssss!!
no sabes lo que te entiendo!!
ánimo (si puedes leerme o dejas de desesperarte)

besos de colores