domingo, 12 de octubre de 2008

Y venga la fiesta

Esto es una novedosa experiencia de narración en tiempo real.

11:30. Empieza a juntarse la gente. Y, claro está, empiezan a comer.

11:45. Arranca la música y con ella el cacao. A ver si hago el recuento. Viene a ser: arroz blanco o con guandules (lo que se llama “moro”); pollo horneado; sancocho (que es un cocinado como nuestro “puchero” a base de carnes varias, patata y otras verduras); habichuelas con dulce, y algunos tipos de carne que no logro calificar. Además, para regar todo esto, bebidas no alcohólicas como piña colada (sin ron) y refrescos varios (entre ellos, Kola Real – que es una pseudo coca-cola más barata-, refresco de uva y lo que llaman “rojo”, que es como un jarabe con gas, triunfador de todos los encuentros que se precien).

Este menú, anunciado a grito pelado y con un fondo de música merengosa, o religiosa, o merengoreligiosa, se podría considerar la banda sonora de una kermesse. Las kermesse aquí son el pan de cada día, y no hay fiesta patronal, semana de festejos o evento cultural de renombre que no tenga al menos una, y a veces dos. Suelen tener como fin recoger dinero para algún fin concreto (o como fondo económico), pero al final no es más que una excusa para comer y beber, que es, junto a la música, lo que más le gusta a los dominicanos. Esto lo explicaré otro día, la influencia de la comida y la bebida en la gente, es mucha y poderosa.

Este jolgorio discurre a 10 metros de mi casa. Es lo que tiene vivir en el mismo recinto de la Parroquia. Estamos en las fiestas patronales, que acaban mañana (han durado toda la semana), y hoy domingo es el plato fuerte de la kermesse. Suele durar todo el día, y es bien bullosa y divertida, porque te encuentras con la gente, te paseas de aquí para allá, comes, saludas a otra gente, vuelves a comer, participas en algún  concursito, te haces un dómino y comes de nuevo. La de hoy es bastante sencilla, pues muchas veces hay distintos tipos de concursos, alguna zona de baile, comidas tradicionales, tómbolas y venta de objetos de segunda mano.

En principio, una kermesse es para gozarla. Pero cuando tienes 200 exámenes y 66 trabajos por corregir, se puede volver contra ti para convertirse en un verdadero infierno. Así que yo hago correr la tinta de mi lapicero rojo mientras hago un ejercicio de respiración y autocontrol.

12:20. Anuncian el concurso de dómino. Si constatamos el poco éxito que estoy teniendo en la corrección, creo que sería una más acertada forma de pasar el rato. Mantengo la calma invocando a mi karma, que parece haberse ido a echarse unos bailes.

 13:00. Después de un rato de correcciones, salgo por fin a unirme a la masa festiva, porque tengo hambre y sueño. Los exámenes pueden esperar. Además, empiezo a estar desquiciado. Busco qué comer, y me pierdo en el mar de ensaladas de pasta, arroces y sancochos varios, que poco después disfruto junto con algunos de los jovencetes de la parroquia. Y como no hay comida sin siesta, unos minutos después ya estoy en mi camita, para disfrutar de la siesta de domingo.

14:00. Me levanto malhumorado, no he podido dormir con tanto grito de números vociferados. La doña del micro disfruta dando gritos, que combina con canciones. Ese bingo echa humo. Un café y a los exámenes.

14:40. Dios mío, cómo es posible disfrutar tanto cantando números.

15:30. Avanzo a duras penas, y tengo la cabeza como un tambor que repica respuestas vagas y rebuscadas a preguntas concretas y sin dificultad. Aunque el nivel sonoro ha descendido de forma apreciable, sigue habiendo gente comiendo y jugando, y yo aquí dentro sufriendo.

16:30. Ya no puedo más, y decido hacer el descansito de media tarde. Me voy para allá, me pido un jugo de chinola y me entrego al juego, que la vida son dos días. Me compro cartones de bingo como para pasar la tarde entera. Es bien divertido un  sencillo bingo de domingo, aunque la suerte no me acompañe.

Hay unas pequeñas nubes en el horizonte.

17:00. La gente empieza a comentar que va a caer una buena, y a mí me parecen avisos alarmistas. Unos minutos después, confirmando los peores pronósticos, empieza a caer un fuerte chaparrón, la gente huye despavorida (otro día hablaré del efecto de la lluvia en los dominicanos), yo recojo mis cartones de bingo y me refugio en una de las casetas y, aunque la puerta de casa está a 30 pasos, allí me quedo, lamentando mi mala suerte.

Quince minutos después la lluvia ha cesado por completo, pero no queda ni un alma en las inmediaciones de mi casa. Me he cambiado, se me ha ido el sueño y el mundo fluye en paz tranquilidad, y es entonces cuando yo, frente a la mesa poblada de exámenes en rojo, celebro mi bendita buena suerte. 

  

5 comentarios:

eva dijo...

No entiendo una cosa......
si la narración es a tiempo real.....cómo es posible estar en dos sitios a la vez? corrigiendo, saludando, preparando clases, jugando al bingo, durmiendo, bebiendo el jugo de chinola, mojándose con la lluvia, comiendo...y escribiendo!!

Debe ser el cambio horario o algo, que hace posible lo de los superpoderes.

En fin, que lo sigas disfrutando!!

Besos

Manel dijo...

Ah, Eva! Yo esa me la sé, a mi me pasa mucho!!

Es una cosa que se llama ordenador portátil, y es un vicio. No puedes evitar tenerlo encendido, Y cuando lo tienes encendido, no puedes dejar de mirar cosas, escribir mensajes o posts en el blog!

Pero ahora está super de moda, y en la bibioteca de la uni, con esto del wifi, está todo el mundo dándole que te pego, al blog, al facebook, al hotmail, messenger....y al mismo tiempo ESTÁN ESTUDIANDO!!

Más besos,

Manel AF

eva dijo...

Gracias Manel!!

besos

Anónimo dijo...

Bienvenidas sean de vuelta tus batallitas!!
Oiga usted señor profesor..creo q te gusta mucho eso del "lapicero rojo"..no te pases con los chavales q te pillaran mania ;)
Proxima semana ya estaremos en NYC..por fin!
No creo q me apunta a lo de hacer un blog..ya sabes lo torpona q soy con esto de las tecnologias!!
Besos de la roig y el javo

eva dijo...

Feliz cumpleaños xurrito!!

Besos de colores