sábado, 29 de diciembre de 2007

Y mientras tanto

Mientras yo cenaba en Nochebuena con los Padres Escolapios y las Madres Escolapias, el niño nacía. Es curioso, con tanta madre y padre es imposible no sentirse hijo, hijo de adopción. Ellas eran las anfitrionas, las que cocinaron y las que eligiron la música (ninguna queja ni de una cosa ni de la otra. Me quejo muy poco últimamente, tendré que revisarlo...)
Primera bendición, las monjas. No he hablado nunca de ellas, pero creo que se cruzan cada día más en mi camino, con mucha discreción, sin hacer ruido. Los que conocen este lugar son conscientes de la proximidad física de su casa, las puertas están a unos metros de distancia. Comparten cada día la eucaristía con los padres y poco más, salvo que algunas trabajan en los colegios. Desde el principio me he sentido acogido por ellas, son muy de ir por casa, de hecho se dejan ver con rolos y pinzas en la cabeza, como cualquier mujer de su edad, vamos. Son 4, algunas más jóvenes y otras más maduritas, pero perfectamente integradas en la dinámica del barrio, de la zona. Me pregunto qué hacen unas monjas en sus ratos libres, aunque no debe ser muy distinto a lo que hagan los curas.
También nacía el niño en Santo Domingo, comiendo con los Padres de la capital. Son entrañables y familiares, me dan conversación, y me llevan en bandeja. Y así ha sido también desde el primer día. Cuando uno ya no tiene abuelos, querría llevarse los ajenos a casa, que no le renieguen (o lo justo), que compartan sus momentitos sin mucho pudor, que disfruten comiendo y bebiendo, diciendo paridas de dudosa gracia pero partiéndose de risa.
Cuando sea mayor querría vivir en un sitio como el cole de allá, con esas habitaciones en las que corre la brisita del mar, con la mecedora de madera, la tele a toda castaña, el comedor con vistas y el vinito a punto. Me sentaría todos los días en el pasillo a leer hasta reventar, con un fondo de palmeras meciéndose al viento, y ese olor de final de la tarde a día que muere, con la luz ya cansina. Y si llueve mejor, porque repicaría en la barandilla y salpicaría mi ventana sin cristales de persiana de aluminio.
Y, sólo entonces, creo que sería feliz.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A que sí, verdad?
La Bea

Anónimo dijo...

Feliz navidad y próspero año

Juan Carlos Colomer

Anónimo dijo...

Feliz navidad pequeño!
que seais muy felices toda esa familia con la que compartes estos dias.
Este año quizas los reyes te visiten con gusto. Contamos contigo baltasar?
Javi A.

Rubén dijo...

Gracias!
Que este año nos traiga a todos novedad y buen ánimo
Abraços!